domingo, 2 de noviembre de 2008

Palabras vacias

-¿Dónde?

-¿qué?¿cómo que dónde?

-¿Qué coño dices mamón?¿te quieres quedar conmigo? Sabéis perfectamente a qué hemos venido, así que mejor será si nos decís dónde está.

-Oye tío, aquí no estás en tu puta sinagoga, y no tenemos por qué saber de qué cojones hablas si no explicas de qué va el rollo.

-Me cago en las putas minas del rey Salomón, si de verdad no sabéis de qué va esto más vale que volváis a subiros al árbol del que os habéis bajado…

-Yoooooo.. Echa el freno ricitos..

-¿Ricitos? Me cago en la mona que os parió a todos. ¿Me llamas ricitos? Mira hijo puta…


A Woody por lo general, no le importaba mucho lo que pudieran llegar a decirle, supongo que ya le habían dicho de todo, y ahora cualquier cosa no era mas que una repetición de algo que ya había soportado. Pero eso no tenía nada que ver con su vanidad. Le hubiera dado igual que insultaran a toda su familia, y las desclasificaciones sobre sus antepasados pasaban por sus oídos como si no tuviera tímpano, pero cuando alguien decía cualquier cosa de su aspecto se volvía loco. Aquellos muchachos conocían a Leroy, y claro que sabían a que veníamos. Dejamos pasar un par de días antes de empezar a buscarlo, porque a veces cuando la gente sabe lo que quieres es más fácil encontrarlo, y en el barrio las noticias volaban más rápido que las balas. A mi esto ya me estaba cansando.


-…si no nos decís dónde se mete ese descerebrado vais a desear volver a la puta selva, porque el holocausto parecerá una fiesta comparado con lo que os vamos a hacer.

- Oye hermano, hace una semana que ese negro no pasa por aquí, y hasta su novia ha desparecido desde hace un par de días.

- ¿a quién coño llamas hermano? Ni siquiera estamos al mismo nivel evolutivo y me vienes con…


No aguanto el olor de estos sitios, no entiendo como pueden pasar tantas horas aquí, acaso no tienen olfato. Pero ese maldito Leroy había asaltado una joyería protegida por El Rabino y ahora debíamos dar un escarmiento. Dejarles las cosas claras a sus amigos mientras lo buscábamos a él era parte de nuestro encargo pero esto estaba durando demasiado y yo empezaba a impacientarme. Ese muchacho no había ido muy lejos, le faltaba tanto cerebro como aspiraciones, y era una rata de barrio como cualquiera de estos holgazanes. Estaba claro que pasaría algún tiempo escondido, pero seguro que no había ido muy lejos.


-¿Dónde se mete su hermano? Los italianos nos han dicho que antes montaban los golpes juntos.

-eso era antes… ahora ya no. Su hermano se ha reformado, vende electrodomésticos y está casado.

-¿reformado? Y un huevo ¿Dónde vive ese engendro?

-no me jodas… os creeis que soy el puto oraculo, no os voy…


No aguanto las tonterías, por eso siempre voy con Woody. Pero estaba cansado y el recipiente donde meto mi paciencia ya había desbordado, creo que ese día no era mayor que un dedal. Aparté bruscamente a Woody con mi mano izquierda, y antes de que ese negro dejara de hablar pose mi mano derecha sobre su mejilla y empuje con fuerza su cara contra la pared tres o cuatro veces. Metí los dedos entre su duro cabello por detrás de la oreja, lo agarre firmemente y mientras acercaba mi navaja a su cuello pegué su frente contra la mía.


Por fin acabaron las pavonearías y comenzamos a hablar.